Cuando hablamos de dejar de vivir en el pasado y ansiar el futuro, no se trata de que guardemos en un baúl todos los recuerdos y echemos por la borda todos nuestros sueños e ilusiones. 

Extrañar, añorar, desear… no es malo; lo que se vuelve en cierta medida nocivo, es dejar de aprovechar y disfrutar el presente por estar anclados de manera permanente a recuerdos o ideales que no aportan nada a nuestra vida, más que dolor, ansiedad o sufrimiento.

El verdadero problema de vivir anclados al pasado o sujetos al futuro, es que ninguna de las dos realidades existe realmente, lo que nos deja flotando en medio de la nada entorpeciendo nuestros sueños y nuestras metas, y sin dejarnos avanzar hacia ningún lado, y lo que es peor, evitando que aprendamos a vivir el presente disfrutando lo que éste conlleva.

Seguramente tú mism@ has dicho esta frase en repetidas ocasiones: “el hubiera no existe”, y pues el debería tampoco, lo que sí es real es lo que es ahora, en este momento.

¿Por qué solemos refugiarnos en el pasado o anticipar el futuro?

Existen muchas razones por las que solemos refugiarnos en el pasado y pensar constantemente en el futuro. 

Si bien es verdad que solemos viajar en el tiempo porque existen cosas, personas o lugares que nos traen buenos recuerdos, también es cierto que, generalmente, los recuerdos o experiencias que más recordamos y añoramos y a las que nos aferramos con más fuerza son las que nos generan dolor o agobio. 

Y es que los buenos recuerdos o los ideales positivos, suelen venir acompañados de motivación, alegría y placer, mientras que los recuerdos y añoranzas negativos nos paralizan y nos estorban para vivir nuestra vida con normalidad.

Una de las razones principales de esto es el miedo: el miedo a lo desconocido, el miedo a soltar, el miedo a encontrarnos solos, el miedo a enfrentar una situación; en general, el miedo a todo aquello que pueda suponer una amenaza o poner en riesgo nuestra zona de confort. 

Este miedo trae como consecuencia la culpa, tristeza, la rumia mental, y todo con un resultado inútil, pues no podemos cambiar lo que ya vivimos, ni podemos anticipar lo que vendrá, ocasionando un castigo y un desorden mental que altera nuestro estado presente.

Dejar ir para sanar

Fantasear con el tiempo no debe servirnos más que de referencia, es como un hábito de supervivencia. Desde pequeños aprendemos a base de recuerdos, por ejemplo, si un día de pequeño colocas la mano en una estufa y te quemas, esto genera un recuerdo que ayudará a que en un futuro sepas que al realizar esta misma acción trae una consecuencia no muy placentera.

Tanto si la experiencia es buena o mala, derivará en una lección. 

Así, el pasado debe tomarse como una herramienta de aprendizaje, y el futuro una herramienta de motivación. Cuando el pasado y/o el futuro se convierten en mecanismos de dolor, la mejor manera de afrontarlo es aprendiendo de cada experiencia lo necesario y dejarlos ir para sanar y avanzar.

¿Cómo dejar de vivir en el pasado y el futuro para vivir el presente?

Si crees que tus fantasías y viajes en el tiempo te están causando más problemas que satisfacciones, puedo recomendarte algunas estrategias para trabajar el desapego y vivir en el presente.

  • Identifica los momentos en los que más te encuentras recordando o deseando. Cuándo lo hagas, pregúntate qué te hizo ir a ese momento, qué situación en tu presente te obliga a ir a ese recuerdo o a esa fantasía y hazte consciente de ello.
  • Cuando te encuentres pensando en el pasado o en el futuro, piensa si existe alguna manera de sacar un beneficio de ello, qué has aprendido, que puedes planificar mejor, cómo transformar el sentimiento negativo en positivo. Por ejemplo, si recuerdas una ruptura, piensa en qué te dejó y si hay algo bueno que puedas rescatar de ella; si te preocupa quedarte sin trabajo, piensa en aquello que puedes hacer para que no suceda o los escenarios positivos que resultarían de quedarte sin ese trabajo.
  • Reserva un momento del día para enfocarte en tus viajes en el tiempo y escribe sobre tus recuerdos o anhelos. Con unos minutos al día es suficiente para ordenar el armario de tu cabeza y dejarlo libre para el resto del día.
  • Guarda pensamientos positivos. Haz una colección de recuerdos o anhelos positivos para usarlos en caso de que te encuentres viajando en el tiempo y la experiencia sea dolorosa o te genere ansiedad. Puedes hacerlo tangible creando un kit de emergencia emocional, guardando en una caja fotos de momentos o lugares agradables, cartas de tus personas favoritas, anotaciones, nombres de canciones, etc.
  • Practica ejercicios de atención plena. Cuando te encuentres recordando o futureando, busca un espacio tranquilo, desconecta y realiza un poco de meditación o respiraciones; concéntrate en tu cuerpo, tu alrededor, las cosas que puedes escuchar, ver, oír. Esto ayuda a romper el ciclo y evitar que tu mente se vaya de paseo.
  • Evita la culpa y si hay algo que consideres que hayas hecho mal, perdónate. Todos cometemos errores y seguramente hay muchas cosas que salieron mal o que podrían salir mal, pero seguro hay muchas otras que haz hecho bien o qué harás mejor la próxima vez. Acepta el error, asume con responsabilidad y después recupera el control.
  • Agradece la experiencia. Da gracias a todo aquello que te pasó, y agradece el presente para que puedas evitar angustiarte por el futuro. Todo lo que te pasó de alguna manera ha contribuido a tu crecimiento personal y te ha dado las herramientas para enfrentar aquello que te resulte incierto. 

Vive tus emociones y libéralas

Si hay algo que te preocupa, pasado o futuro, hazlo evidente y no lo cargues. Muchas veces nos refugiamos en los viajes en el tiempo porque no nos damos el tiempo de analizar y tomar conciencia de nuestras emociones. 

Llorar, reír, hablar con alguien cercano, escribir… Existen muchas maneras de vivir una emoción para no guardarla y dejar que nos atormente por más tiempo. Recuerda que tampoco tienes que soltar de un día para otro, a algunas personas les lleva más tiempo el desapego, hazlo a tu ritmo, pero hazlo. No dejes que pensar en algo que pasó o no ha pasado, te detenga para planificar todas esas cosas maravillosas que podrías estar viviendo el día de hoy.