Cuando hablamos o escuchamos hablar de qué es y cómo sanar un trauma, solemos asociar la palabra trauma con sucesos impactantes, como desastres naturales, guerras o accidentes, sin embargo, un trauma puede tener distintos orígenes, tanto externos como emocionales o físicos. 

Como su propio significado lo indica, un trauma es una herida generalmente duradera que va asociada a sentimientos y pensamientos negativos, y es difícil superarlo porque, al no tener una referencia del suceso que lo provocó y al cogernos por sorpresa, no tenemos los medios para enfrentarlo o está fuera de nuestras manos controlarlo.

¿Qué puede ocasionar un trauma? 

Es verdad que sucesos tan impactantes como un terremoto, un accidente automovilístico o un huracán pueden ser los causantes de un trauma, pero también está el fallecimiento de algún ser querido, un abuso mental o físico y en general cualquier experiencia ajena a nosotros que no podemos controlar. 

No es una regla que un trauma tenga que presentarse durante la niñez, ya que un suceso trágico puede presentarse en cualquier momento, y también puede presentarse el caso de que no nos demos cuenta de que esa tragedia nos ha afectado tanto hasta que empezamos a desarrollar comportamientos fuera de lo común.

Y esa es la importancia de sufrir un trauma, que sin importar en el momento en que se presente, puede derivar en trastornos mentales, emocionales o físicos crónicos con los que podemos cargar durante mucho tiempo, afectando considerablemente nuestra calidad de vida.

¿Cómo afecta un trauma a nuestro orden interior y exterior?

cómo sanar un trauma - ilustrativa blog - orden studio

El trauma es como vivir cargando una bolsa llena de piedras sobre la espalda: nos cansa, nos agota, nos roba energía, nos provoca preocupaciones y otros efectos secundarios, por eso es muy importante saber cómo sanar un trauma.

Los especialistas afirman que vivir con trauma puede provocar ansiedad, estrés, depresión e incluso el abuso de sustancias nocivas para el cuerpo, y en aspectos más relacionados con el orden, en este ámbito podría llevarnos, por ejemplo, a la acumulación.

Pensemos en alguien que ha sufrido carencias económicas y emocionales en la infancia, es muy probable que al crecer desarrolle una necesidad por conservar todo lo que llegue a sus manos para satisfacer esa necesidad de ausencia, reemplazando la escasez con objetos, todo esto asociado al miedo de no tener o quedarse sin nada. 

¿De qué otra forma puede manifestarse un trauma?

Lo que el trauma marca o significa puede ser distinto para cada persona y solo lo puede valorar uno consigo mismo. Es por esto que las manifestaciones varían de una persona a otra, pues también intervienen sus vivencias y su nivel de consciencia, es decir, que tan consciente se es, del trauma que  se ha vivido.

Algunas de las señales más comunes son:

  • Ansiedad, preocupación y nerviosísimo
  • Obsesiones compulsivas
  • Depresión
  • Irritabilidad
  • Miedo incontrolable 
  • Pesadillas

Las personas que viven un trauma también pueden llegar a desarrollar creencias falsas y destructivas hacia sí mismas y hacia otras personas. Desde pensar que no son capaces de hacer las cosas, que no valen para nada, que no pueden hacer una vida normal, hasta agredirse físicamente de manera violenta o a los demás.

¿Por qué es importante sanar un trauma?

Y es aquí donde se vuelve, una vez más, inminente descubrir si existe algún trauma en nosotros o en otra persona, pues un trauma no se supera de forma definitiva, sólo podemos aprender a sanar el dolor y encaminarlo hacia otra dirección.

Vivir con un trauma latente nos limita, nos imposibilita para llevar a cabo de manera ordenada nuestra vida; nos convierte en personas vulnerables, apegadas y que viven de algún modo en el pasado, y no nos permite estar en calma, enfocados en cosas que trabajen para nuestro bienestar.

Las experiencias dolorosas se quedan en nuestro sistema y actúan cómo un filtro que va a decodificar lo que pasa fuera en nuestra vida presente.

¿Cómo sanar un trauma?

  1. Viendo el trauma desde mi propio ser. El trauma es exclusivo de cada persona, no podemos ver nuestro trauma en alguien más y cómo lo ha superado esa otra persona para tomarlo como referencia de nuestra propia sanación. Cada quien debe analizarlo desde su propio ser y desde su propia perspectiva, tomando en cuenta los hechos individuales que lo provocaron.
  2. Tomar consciencia de mis momentos traumáticos. Reconocer el trauma y lo que lo provoca, nos ayuda a reconocer también los momentos de inestabilidad que se presentan. Tenemos que buscar el porqué de ese trauma, aceptarlo y aceptar el dolor en lugar de taparlo o desviar la atención hacia otras cosas.
  3. Validarlo, reconocerlo y comprenderlo. Al encontrar el origen, podemos entonces aceptarlo. Al aceptar el daño que nos hace, el dolor que nos provoca y abrazarlo, podremos identificar las consecuencias y buscar las herramientas que nos ayudarán a sanarlo.
  4. Comprometerte a que vas a hacer lo posible para sanarlo. Si ya somos conscientes de que tenemos un trauma y el qué lo originó, no queda más que dedicarnos a sanarlo con compromiso, paciencia y convicción. El trauma es nuestro, no importa si hay un responsable de haberlo originado, no podemos pasarnos la vida culpando a los demás, solo nosotros podemos hacernos responsables de nuestra propia salud y podremos encontrar la manera de hacerle frente. Será un camino duro, pero si no lo hacemos nosotros, nadie más va a poder ayudarnos.

Recuerda que las experiencias negativas no tienen por qué definir tu vida y tampoco tienen que caminarse en solitario. Pedir ayuda de profesionales siempre te ayudará a encontrar respuestas adecuadas.

Fuente: Instituto Internal Family System (IFS)