¿Te ha pasado que te sientes nervios@, angustiad@, eufóric@, tal vez hasta demasiado feliz y de pronto muy triste y no sabes por qué o qué es lo que está provocando esta avalancha de emociones?

No, no te imagines cosas raras o te cuentes historias, no eres bipolar ni de broma. El caos emocional es tan común en todos los seres humanos, que hemos llegado a normalizarlo, así como a ridiculizarlo.

Mira ahora, por ejemplo, con todo esto del confinamiento salieron a la luz un montón de emociones que quizá no sabíamos que podíamos sentir.

Es normal que al estar encerrados en casa la ansiedad empiece a aumentar, igual que el estrés; a veces no sentíamos bien porque estábamos seguros y porque todos nos decían que debíamos aprovechar para pasar más tiempo con la familia y que todo era muy hermoso, pero en el fondo lo que sentíamos era incertidumbre, angustia y miedo. Todo al mismo tiempo.

Bueno, pues hay veces que no siempre podemos lidiar con todas estas emociones juntas y es normal, nos pasa a todos, como cuando estamos pasando un mal momento y de pronto nos cae otro balde de agua fría y entramos en una racha de malos sucesos que nos hacen perder la cabeza. ¿Cómo gestionamos todo eso?

¿Cómo distinguir el caos emocional?

El caos emocional suele estar relacionado a los sentimientos negativos, porque, generalmente, son a los que prestamos más atención, pero la realidad es que el caos emocional es una acumulación de emociones de cualquier tipo, tanto positivas como negativas, las cuales son tantas y tan fuertes que no podemos entender.

Es así que, al no poder entenderlas, perdemos el control y perdemos la capacidad de comprender lo que nos ocurre y de gestionar correctamente nuestros sentimientos.

David Solá en su libro “Del caos emocional a la paz interna” explica, que, cuando no podemos gestionar de manera correcta lo que sentimos, entramos en un caos emocional.

“El cerebro racional y el emocional entran en contradicción; entonces perdemos el control y experimentamos diferentes tipos de comportamientos, reacciones y sufrimientos. Generalmente la confusión y el desorden rigen este tipo de situaciones…”

Debido a esta pérdida de control nos es difícil tomar decisiones, concentrarnos; nos sentimos inseguros y más vulnerables. Al verse alterado nuestro orden emocional, las emociones empiezan a salirse de proporción y a reflejarse de distintas maneras en nuestra vida.

¿Cómo se refleja el caos emocional en nuestra vida?

  • El desorden. Al no poder controlar nuestro estado emocional interno, empezamos a reflejarlo de manera externa o a descuidar el exterior. Recuerda, como es adentro es afuera.
  • Confusión e incertidumbre. Al no saber qué no está pasando, no podemos controlarlo y mucho menos ponerle un remedio. Esto solo aumenta la ansiedad.
  • Ira o depresión. Cuando estamos fuera de control o nos enojamos o nos entristecemos, llevamos las cosas al extremo y es normal que tratemos de sacar toda esta frustración de alguna manera, solo que, simplemente, no sabemos cómo hacerlo. Si tendemos al enfado es probable que nos volvamos más irritables, en cambio, si tendemos a la tristeza, puede transformarse en depresión.
  • Miedo. Al no saber qué nos pasa ni cómo resolverlo, el miedo se adueña de nuestra forma de vida; pueden llegar las fobias, los trastornos e incluso enfermedades.
  • Falta de sueño o cansancio. Estar en esta avalancha de emociones es agotador. La mente y el cuerpo lo resienten, por lo que, tarde o temprano, los síntomas pueden empezar a hacerse evidentes y afectar nuestra salud física.

Liberándonos de la avalancha

Cuando nuestro cerebro y nuestras emociones no se ponen de acuerdo, lo más importante es trabajar en reconocer, identificar y comprender nuestras propias emociones, para que entonces podamos gestionarlas y no entren en caos.

  • Observa, siente… toma consciencia. Date tiempo de entender que te está pasando. No lo hagas cuando estás en pleno descontrol. Ubica pequeñas pausas en las que te sientas en calma y siente… ¿qué te está pasando? No busques explicación, simplemente date cuenta de la realidad que estás viviendo y cómo te hace sentir.
  • Identifica. Cuanto más sepamos de cada emoción será mejor para controlarla. Analiza que tipo de emociones son: frustración, vergüenza, enfado, celos, culpa, etc. Asimismo, trata de identificar qué hecho tiene lugar cuando las emociones saltan, qué las provoca. Evita juzgar, este es un momento para reconocer y entender.
  • Acepta. A nadie le gusta sentirse vulnerable, pero admitir que nos sentimos mal y que no podemos con tantas cosas es natural y de seres humanos. El caos emocional puede llevarnos al bloqueo o negación y hacernos pensar que no tenemos nada, que solo es una racha y ya se pasará. La verdad, es que, si te sientes mal, no puedes manejarl@ tú sol@, está bien aceptarlo para empezar a sanar.
  • Ordena tu mundo exterior. Empezar por poner orden a nuestro alrededor es una excelente manera de ayudar a contrarrestar el caos emocional. Al liberar y ordenar nuestros espacios movemos energía negativa, nos deshacemos de cosas que no nos gustan y creamos espacios armoniosos que nos liberan de la ansiedad y el estrés, y damos pie al cambio.
  • Ejercicio y buena alimentación. El corazón y la mente no pueden mantenerse estables si la casa donde viven: nuestro cuerpo, no está sano. Realizar actividades físicas y al aire libre liberar hormonas y neurotransmisores que regulan nuestro estado de ánimo. Lo mismo sucede con una dieta equilibrada. Llevar a cabo uno de nuestros pasatiempos favoritos también favorece al bienestar.
  • Busca ayuda. Hablar, sentirnos escuchados y apoyados, saber que no somos los únicos con esa sensación de angustia e incertidumbre, siempre es de gran ayuda.  Si no te has decidido a pedir ayuda a un especialista, habla con alguien de confianza, externa tus sentimientos.

Sea que sea la ayuda que elijas, si no te sientes bien y sientes que no puedes hacerlo tú solo, no lo dudes, ¡pide ayuda!

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