Como ya habéis notado, desde hace unos meses he estado compartiendo con vosotr@s varias reflexiones, productos y contenidos relacionados con implementar en mi rutina de organización y orden un modo de vida sostenible.
Opino que para lograr un equilibrio entre el orden mental y físico, es necesario también tratar de estar en armonía con el universo que me rodea y en especial con nuestro planeta.
Como la mayoría de los cambios que hacemos en nuestra vida, no ha sido fácil. Nuestra sociedad, aunque tiene muchas ganas, se está adaptando a este nuevo modo de vida.
En mi caso, se ha tratado muchas veces de un proceso de prueba y error que me ha dejado grandes aprendizajes; tantos, que trato de compartirlos en este blog y en mis redes sociales, un poco con la finalidad de que todos podamos compartir ideas funcionales.
Echando la vista atrás, si bien no ha sido fácil, sí ha sido satisfactorio. Me satisface saber que no solo estoy generando menos desperdicios y que ayudo al planeta a respirar un poquito mejor, sino que además miro todo con otra perspectiva.
Por ejemplo, me he vuelto más crítica y analítica con los productos que elijo tener en casa; también un poco más responsable como Organizadora Profesional al tener esta labor de ayudar a mis clientes y transmitirles los mensajes que creo que son positivos para ellos.
Por esto y más, he querido compartir esta entrada del blog en la que hablamos un poco más a fondo sobre el movimiento “Zero Waste” o “Cero desperdicios”; su origen, lo que realmente es y cómo podemos ser parte de él.
Existen muchos mitos e información compleja que nos dificulta un poco llevarlo a cabo, por lo que muchas veces tiramos la toalla y preferimos quedarnos solo con lo que tiene sentido para nosotros.
¿Cómo surgió el movimiento “Zero Waste”?
El movimiento no es atribuible a una sola persona, sino a varias comunidades que comenzaron a llevar la teoría a la práctica, entre los años 1998 y 2002, en Estados Unidos, y se basa en el principio de rediseñar el ciclo de vida de los recursos para que puedan ser reutilizados y así, evitar al máximo posible la generación de desechos.
Fue en 2009 que una mujer francesa llamada Bea Johnson, residente norteamericana y madre de familia, populariza el término Zero Waste, cuando comienza a compartir sus logros en cuanto a la reducción de basura en casa. En 2013 publica el libro Residuo cero en casa. Una guía para simplificar nuestra vida, hoy traducido a más de 20 idiomas y que no se trata más que de una simple, pero bastante útil lista de normas básicas para reducir la basura que generamos.
En estos últimos años el “Zero Waste” ha dejado de ser esa lista de cosas para convertirse en una filosofía de vida aplicada por cientos de comunidades alrededor del mundo. El sitio web de Zero Waste International Alliance cuenta con una lista de comunidades de todo el mundo que han creado políticas públicas para promover prácticas de desperdicio cero.
Eco-Cycle es otra web en la que podemos ver ejemplos de cómo esta organización está liderando el condado de Boulder, Colorado en una ruta de Cero residuos y en Europa, particularmente en España, organizaciones sin ánimo de lucro como Ecoemebes y Amigos de la Tierra participan activamente en campañas para involucrar a la ciudadanía y dar a conocer las alternativas hacia una sociedad respetuosa con el medio ambiente, justa y solidaria.
¿En qué consiste?
Aunque tenemos la idea de que el “Zero Waste” es solo dejar de usar bolsas de plástico, esta filosofía en realidad va un poco más allá, se trata de aprovechar de forma inteligente los recursos para evitar el desperdicio y con esto ayudar a la reducción de nuestra huella de basura en general.
Los principios básicos del “Zero Waste” están basados en las 5 R’s que son:
- REFUSE (rechaza): Decir no a todo ellos que sea de un solo uso.
- REDUCE (reduce): Quedarnos sólo con lo que realmente necesitamos y evitar el consumismo.
- REUSE (reutiliza): Darle una nueva vida a lo que consideramos desechable.
- RECYCLE (recicla): Lo que pueda usarse de nuevo, pero de otro modo es válido, aunque lo ideal es siempre usar menos.
- ROT (composta): Crear tus propios medios para generar otros activos necesarios, como la energía.
Algunos errores del “Zero Waste”
A instalarnos en este nuevo modo de vida es muy normal caer en ciertas trampas o errores, no porque tengamos malas intenciones, sino porque ahora contamos con mayor acceso a la información, la cual no siempre es cierta y no toda es relevante.
En este camino al descubrimiento del cero desperdicio, he encontrado algunas cosas que pueden verse a simple vista como algo bueno, pero que en realidad tenemos que analizar con detenimiento para poder descubrir realmente sus beneficios, por ejemplo:
- No se trata de reemplazar, sino de reducir. El “Zero Waste” no se trata sólo de eliminar el plástico, sino de reducir la basura en general, de todo lo que generamos. Por ejemplo, claro que es mejor reemplazar el uso de bolsas de plástico por bolsas de papel, pero la práctica pierde sentido cuando usamos decenas y decenas de bolsas de papel, pues seguimos generando basura. O como hablábamos en nuestra entrada de EcoFrog, sí que es mejor usar detergente biodegradable, pero esto no quiere decir que no estemos contaminando el agua, solo ayudamos a que los desechos duren menos.
- No lo tires si todavía sirve. Otro gran error en el que solemos caer cuando nos recomiendan reemplazar el uso de objetos de plástico por otros que no lo son, es deshacernos de objetos totalmente funcionales tan solo porque son de plástico; si tienes un cepillo en buen estado, úsalo; no lo tires si es que aún funciona, es decir no te deshagas de todo lo que tienes por querer volverte más ecoamigable. Alarga el uso de los objetos lo más posible antes de tirarlos y cambiarlos por los sostenibles.Entonces, un estilo de vida “cero desperdicio”, no se centra en reemplazar unos objetos por otros menos dañinos, sino de encontrar soluciones que ayuden a prescindir de ellos.
- El “zero waste” va más allá de reducir basura en casa. Por supuesto que todo suma, pero es necesario que tu rutina de cero desperdicios vaya contigo a todas partes, los esfuerzos individuales solo serán efectivos si logramos que se vuelvan colectivos.Educa a tus hijos en esta tarea para que puedan llevarla a cabo en la escuela e incluso cuando salen a jugar. Pregunta en tu comunidad cómo puedes ayudar para crear mejores sistemas de reducción.
Sé coherente y aplica las 5 R’s en todas las áreas de tu vida.
Como lo he mencionado, no basta con solo eliminar las bolsas de plástico de casa, es necesario establecer un estilo de vida sostenible en todas las áreas de tu vida, desde la comida que compras hasta tus hábitos diarios, como reducir el uso del coche, reemplazar el uso de la secadora de ropa por los rayos del sol, comprar ropa de tiendas sostenibles con procesos de fabricación responsables, reducir el consumo de carne, etc. Cada acción, por más pequeña que sea genera un cambio positivo.
En definitiva, el movimiento “Zero Waste” es una invitación a tomar conciencia sobre nuestro uso de las cosas, del tiempo, del dinero y a decidir qué es realmente necesario en nuestro día a día para sentirnos más conectados con la Tierra y con todo lo que nos rodea.
Algo muy positivo de integrar esta filosofía en nuestro modo de vida, y que va más allá de los cambios físicos y por lo que tiene tanta relación con mi labor como organizadora profesional es que si logramos adaptarnos a este estilo de vida, aprendemos a disfrutar una vida basada en experiencias y satisfacciones, no en cosas; en una vida basada en SER en lugar de TENER.