Se dice que el orden es la disposición metódica, concertada y armoniosa de las cosas, es una regla establecida por la naturaleza para el desenvolvimiento de los hechos y fenómenos. También el orden se relaciona con la paz y la tranquilidad.

Ordenar es pues, el poner en orden, alinear, clasificar, arreglar, encaminar y dirigir a un fin.

El orden está en todas las cosas humanas, y permite el ahorro de esfuerzo y energía: una cosa desordenada funciona mucho peor que una ordenada. Un niño ordenado es un niño tranquilo, que sigue un método para hacer las cosas, que organiza su actividad.

Algunos niños pequeños tienden a ser desordenados, porque no comprenden si no se les enseña, que las cosas han de hacerse de determinada manera. Es función de la educación irle progresivamente ordenando su comportamiento, ello les trae armonía, paz y buena disposición hacia las cosas. Su vida ha de tener también un orden, que se expresa en un horario, en un día a día de su vida cotidiana que le ayuda a tener estabilidad emocional.

El niño también debe aprender que las cosas tienen un orden, tanto para hacer una poesía, como para elaborar una música, como para contar y narrar, es por eso que, se le han de enseñar actividades en las que tenga necesidad de hacer uso de un ordenamiento o de comprender un orden de cosas.

En la base de la disciplina está el orden: ciertas cosas han de hacerse de una  determinada manera, ello ahorra esfuerzo y capta la aprobación adulta, pues un niño desordenado no concita casi nunca el elogio, algo que le es indispensable para la formación de una autoestima adecuada.

En la escuela infantil hay que organizar la vida del niño, darle un orden a su vida y sus acciones, y dentro de una independencia que también es necesario propiciarle, hacer posible que tenga una conducta socializada y de buena relación con los demás.

“Sembrad en los niños buenas ideas aunque no las entiendan; los años se encargarán de descifrarlas en su entendimiento y de hacerlas florecer en su corazón.”

Maria Montessori