Es una fortuna que cada vez seamos más conscientes de nuestros hábitos de consumo, algo que sin duda ayuda a poner en equilibrio nuestro orden físico, mental y emocional. Ser respetuosos con el medio ambiente está dejando de ser una moda para convertirse en un hábito saludable, y la belleza sostenible es uno de estos grandes pasos.
La industria de la belleza y el cuidado del cuerpo es una de las que más agentes y desechos tóxicos genera, además de generar grandes cantidades de residuos, desde las sustancias que llevamos al cuerpo, hasta las que viajan en el agua y la gran cantidad de envases que se requieren para su comercialización.
Hagamos un ejercicio de reflexión: Desde que te levantas usas pasta para lavarte los dientes, mínimo champú para lavarte el cabello, jabón para el cuerpo, crema hidratante, maquillaje, perfume… Luego, al finalizar el día es probable que utilices un desmaquillante, te laves la cara con jabón y te mimes con algunas cremas. ¿Cuántos productos cosméticos usas cada día?
De acuerdo con la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa), cada español emplea una media de siete productos cosméticos diarios, multiplica esto por las personas que viven en casa y por cada día del mes y tienes una cantidad enorme de residuos y sustancias dañinas para el medio ambiente.
¿Sabes qué es lo que falla en los cosméticos convencionales?
Lo primero que nos viene a la mente es probablemente el envase. Es un despilfarro y genera más basura de la que podemos reciclar. Pero hay otros problemas que son menos evidentes.
Por ejemplo, muchos de estos productos contienen sustancias químicas que no son buenas para el cuerpo ni para el medio ambiente. También es posible que hayan sido probados en animales, e incluso si no lo son, siguen produciéndose en fábricas a gran escala que crean contaminación y dañan a los animales de otras formas.
¿Has oído hablar de parabenos, siliconas o sulfatos? Hoy en día, existen más 12,000 ingredientes cosméticos, de los cuales, solo de 2,400 conocemos su afección a la salud. Y de estos, 1,200 son tóxicos, es decir, uno de cada dos ingredientes estudiados es tóxico, según la OMS.
Los parabenos o el triclosán, por ejemplo, son sustancias que están presentes en la mayoría de los productos de belleza e higiene, ya que se usan para conservar los productos y evitar que se echen a perder, además de alargar su efectividad, sin embargo, estos también pueden ser causantes de alergias e irritación de la piel,
Aunque están autorizados por las autoridades sanitarias, hay estudios como el de la Universidad de Reading, en Edimburgo, que han registrado encontrar residuos de parabenos en un 90% de tejidos cancerígenos analizados.
Existen otras sustancias como el aluminio y los colorantes, en cuyos efectos nocivos puede estar la alteración del ADN o el cáncer. Otros como los aceites minerales, en realidad están hechos con derivados del petróleo, tanto así que tapan los poros y eliminan la humedad natural del cuerpo causando alergias e irritaciones o enfermedades de la piel.
En este enlace puedes realizar una búsqueda por palabra para obtener más información oficial sobre sustancias químicas contenidas en los productos de belleza e higiene.
Consecuencias ambientales
Todos estos productos después de quedarse en nuestro cuerpo se desechan, ya sea a través del agua, tras la ducha o en la basura cuando tiramos los envases y los efectos ambientales que ocasionan son altamente tóxicos.
Muchas de las sustancias presentes en jabones para las manos, o protectores solares, dañan los arrecifes de coral y afectan la fauna marina. Otros como los exfoliantes, contienen micropartículas de plástico. Como sabemos, el plástico no se biodegrada ni se integra al medio ambiente, sino que permanece contaminando tierra y agua por muchos años.
Cosmética sostenible, ¿Cómo participamos?
Una alternativa a todo este maltrato hacia la naturaleza y nuestro propio cuerpo tiene una solución. Cada vez son más las empresas del cuidado de la belleza y la piel que optan por opciones más ecológicas y sostenibles tratando de minimizar el impacto que todos estos productos han tenido sobre el medio ambiente.
Sin embargo, gran parte del trabajo es responsabilidad de nosotros como consumidores. De nada servirá que las empresas inviertan grandes sumas de dinero en hacer sus productos más sostenibles si nosotros no nos informamos y ponemos de nuestra parte.
¿Qué podemos hacer?
Leer las etiquetas. Es importante que empecemos a identificar todas esas sustancias que nos dañan. Al leer las etiquetas podemos encontrar mucha información sobre lo que contienen los productos, además de sus procesos de elaboración. Actualmente son muchos los productos que incluyen leyendas o indicadores sobre su origen.
Informarnos y saber diferenciar. Hay que saber muy bien que no es lo mismo un producto ecológico, que uno vegano o que uno sostenible. Incluso preferir un producto ecológico no garantiza que no contamine, simplemente puede ser que sea menos dañino de lo normal.
- Cosmética “bio”. Esto quiere decir que su fórmula está compuesta por, al menos, un 80% de ingredientes de origen vegetal y un 10% de ellos provienen de agricultura ecológica.
- Cosmética “natural”. Se utiliza cuando está compuesta por un 90% de materias primas naturales de origen vegetal y animal (leche, cera, miel…). Y la cantidad de sustancias químicas o sintéticas tienen que ser menor a un 10% de la composición final.
- Cosmética “vegana” o “cruelty free”. No incluye materia prima de origen animal y ni el producto ni sus ingredientes han sido testado con animales.
- Cosmética “sostenible”. Se refiere a aquellos productos que incorporan iniciativas respetuosas tanto con el consumidor como con el entorno durante los procedimientos de fabricación para minimizar su huella.
Optar por la compra a granel o envases reutilizables. Actualmente además de existir productos bio, ecológicos y/o sostenibles, existen marcas que ofrecen la posibilidad de comprar repuestos, esto para rellenar los envases que ya tenemos, con el mismo producto. También es posible comprar algunas cosas como champú o jabón a granel, es decir sin un envase de fábrica, puedes llevar tu recipiente para rellenarlo.
Productos con envases reciclables. Asimismo, es posible encontrar, incluso en el supermercado, nuevos productos que vienen en envases reciclados y reciclables, por ejemplo, en una caja de cartón en lugar de plástico. O bien, cepillos de dientes reciclables que vienen sin caja y son biodegradables.
Evitar el desperdicio y la acumulación de productos. Es mejor evitar comprar impulsivamente productos que al final se acumulan en el baño sin utilizarse, lo mismo sucede con los cosméticos y productos de belleza, que se quedan en el fondo, olvidándonos de ellos y terminan caducando.
“Hazlo tú mism@”. Una gran tendencia que ayuda además a nuestro bolsillo es crear nuestros propios productos de higiene y belleza. En internet hay muchos tutoriales que nos enseñan a hacer nuestras mascarillas naturales, cremas para el cuerpo, jabones e incluso pasta de dientes. Ojo, ten cuidado con lo que pones a tu cuerpo y realiza pruebas antes de ponerte algún producto desconocido, siempre es recomendable informarnos sobre todo lo que consumimos para no llevarnos una sorpresa y poner en riesgo nuestra salud.
Responsabilidad y criterio
No olvides informarte sobre todos aquellos hábitos nuevos que quieras integrar en casa, con tu familia o contigo mism@. La información es la clave para que realmente exista un cambio y podamos ralentizar el cambio climático.
Fuentes:
Stanpa. Asociación Nacional de Perfumería y cosmética https://www.stanpa.com/
Ciencias ambientales https://www.cienciasambientales.com/es/
Cruelty Free International https://crueltyfreeinternational.org/
ECHA. European Chemicals Agency https://echa.europa.eu/es/information-on-chemicals