¿Te ha pasado alguna vez que de repente en tu casa, todo empieza a ir mal? Se rompen cosas, tu no te sientes a gusto en ningún lugar a pesar de que siempre has sentido tu casa como tu refugio…

Esto que parece algo tan raro, no es más que una casa pidiendo ayuda. Si, porque al igual que las personas, las casas también pueden enfermar. Las relaciones entre las personas, la limpieza, la ventilación, etc, pueden hacer en tu casa se cree un ambiente donde las energías no puedan fluir de forma saludable.

Los síntomas de una casa “enferma”

Olores extraños o persistentes: Olores desagradables, a veces a causa de humedad, moho, sustancias químicas tóxicas o animales muertos, pueden ser un signo de problemas en la calidad del aire interior.

Desorden y suciedad: Platos sin lavar, ropa tirada, polvo por todos lados…

Plantas sin vida: En general debido a la falta de cuidado, las plantas empiezan a marchitarse o no florecen como deberían.

Problemas estructurales y deterioros: Grietas en las paredes, techos que gotean, problemas de fontanería o eléctricos pueden indicar problemas estructurales en la casa que, si no se abordan, pueden afectar la salud y la seguridad de sus ocupantes.

Ambientes incómodos: Los espacios que se suponían que eran de relax y comodidad, ahora parecen incómodos y generan ganas de no quedarse allí.

Aumento de las infecciones respiratorias: Una casa con una mala calidad del aire interior puede aumentar la susceptibilidad a infecciones respiratorias, como resfriados y gripes.

Algunos factores que potencian la mala energía de la casa:

Mala decoración: Cuartos con acumulación de objetos, cosas que ya no nos gustan pero no nos decidimos a cambiarlas, colores no apropiados…

Difícil circulación: Espacios muy pequeños con muchos muebles que impiden transitar libremente.

Mala iluminación: Ambientes oscuros y poca luz natural.

Ventilación: Habitaciones cerradas por mucho tiempo, malos olores, moho y humedad.

¿Por qué es importante sanar nuestra casa?

Porque una casa “enferma” no es práctica, ni saludable. No nos permite movernos de forma funcional por ella, no nos resulta práctica. Y por supuesto no es nada saludable ni para nuestro cuerpo ni para nuestra mente. Por ejemplo una mala ventilación puede provocar problema respiratorios, cuadros alérgicos, dolores de cabeza…

Pero a lo que más nos afecta es a nivel mental. Si la casa está desorganizada, seguramente nuestras emociones, pensamientos y acciones diarias también lo estén. El caos que observamos nos estresa y no es más que el reflejo de nuestro estado de ánimo en nuestra vivienda.

¿Y cómo puedo sanar mi casa?

Eso, te lo vamos a contar en el siguiente blog…¡Nos vemos el próximo!